¿Sabes en qué se parece un cuervo a un escritorio?

Ilustración de John Tenniel para 'Alicia en el País de las Maravillas' (1865)

LORENA GIL BLANCO. ¿Sabes en qué se parece un cuervo a un escritorio?, esta es la pregunta que constantemente se hacía El Sombrerero Loco en 'Alicia en el País de las Maravillas', y es que esto del Sombrerero Loco tiene su aquél, ya que en la época victoriana era muy usual el utilizar tintes de alto contenido en arsénico, además de tejidos altamente inflamables que hacían esto de vestirse en algo muy arriesgado. Precisamente dedicado a esta cuestión el Bata Shoe Museum de Toronto ha creado una exposición que fue inaugurada el 18 de junio, y estará abierta hasta junio de 2016, llamada 'Fashion Victims: The Pleasures & Perils of Dress in the 19th Century' ('Víctimas de la moda: Los Placeres y Peligros del vestido en el siglo XIX'), en esta exposición se cuenta la cara oculta de esos bonitos vestidos de color verde arsénico, y de esos sombreros de copa color mercurio que hacían perder a muchos la cabeza, o de esos otros zapatitos de color malva cuyo componente básico eran los colores sintéticos creados con alquitrán allá por 1856.

Collection of the Bata Shoe Museum
Fot. Ron Wood

Aquí tenemos un ambicionado sombrero de piel de castor, que ha dado positivo a los análisis de detección de mercurio, el componente comenzó a utilizarse en los sombreros de piel de castor en torno a 1730, y este ejemplar aún sigue teniendo su dosis de veneno desde su fabricación en el siglo XIX.

Otro ejemplo equiparable es el caso del color llamado 'verde esmeralda', muy requerido por las damas de la época y que siguió siendo utilizado por las mismas aún cuando se les advirtió de que el mismo les podía causar daños físicos y muerte prematura por sus altos contenidos en arsénico, que eran absorbidos por la piel al sudar. Los sufrimientos físicos por la moda se extienden en la exposición a los zapatos imposiblemente estrechos y los incómodos tacones altos que volvieron a introducirse entre los más nostálgicos del siglo XVIII.
Para presumir hay que sufrir… y esto se extiende también a las situaciones en las que muchos trabajadores tuvieron que lidiar con estos componentes, así como las condiciones en las cuáles debían trabajar para bordar los bonitos zapatos, o las espaldas que tuvieron que crujirse para encerar las vistosas botas que lucían muchos caballeros decimonónicos.

Vestido francés (1860) Collection of Glennis Murphy
Fot. Arnold Matthews



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